Por DANIEL SIBAJA
Uno de los factores de la crisis de gobernabilidad y gobernanza que actualmente viven la mayoría de los municipios se debe al acotamiento jurídico y administrativo de la figura del Síndico.
“¿Síndico? y eso qué es y para qué sirve”, es la frase más escuchada en una plática cuando los síndicos municipales nos presentamos ante la comunidad o contamos sobre nuestra labor diaria. El nulo conocimiento a la figura del Síndico y la importancia que tiene éste en la vida de los ciudadanos es una de las batallas con las que más me he enfrentado con mis vecinos de Ecatepec. La figura del Síndico ha sido olvidada y marginada de la vida pública de nuestro país y ello, es sintomático de la situación que atraviesan todas y todos los síndicos en el país.
La palabra Síndico proviene del latín syndico, del griego syndikás = abogado o representante de la ciudad. Su origen nos remonta a la Antigua Grecia, en Atenas, en particular, se llamó “síndicos” a una comisión de cinco oradores públicos encargados de defender las leyes antiguas contra las transgresiones. En la actualidad, las Constituciones estatales definen con puntualidad las funciones de los síndicos y el número en proporción de su población, sin embargo, se desprenden tres tareas centrales: responsable de los asuntos jurídicos, control de la hacienda pública Municipal y vigilante del patrimonio Municipal.
¿Por qué es importante la figura del Síndico y cuál debe ser su papel en la vida democrática del país? Principalmente, porque es el garante de la legalidad, de la rendición de cuentas y transparencias de la entidad administrativa más cercana a la ciudadanía: el Municipio.
Uno de los factores de la crisis de gobernabilidad y gobernanza que actualmente viven la mayoría de los municipios, se debe al acotamiento jurídico y administrativo de la figura del Síndico, ya que cada día se le quitan más y más atribuciones. Me explico, quitarle atribuciones para las que fue ideada la figura del Síndico es transgredir el equilibrio democrático-republicano y con ello, generar incentivos para mermar la gobernabilidad que afecta directamente a la ciudadanía.
Ya nos lo advertía Montesquieu en el Espíritu de las Leyes: “Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo”.
Es momento de revalorizar la figura del Síndico mediante una reforma en los tres niveles de gobierno, para no solamente regresarle sus atribuciones de contralor ciudadano emanado del voto popular, sino de ampliarlas para que generen mayores incentivos para el buen gobierno.
La cuarta transformación Municipal será de la mano de los síndicos o no será…
* Síndico de Ecatepec / @DanielSibaja_