En la coyuntura, en medio de un inusual silencio luego que Carmen Aristegui publicará el reportaje sobre el plagio en la tesis de licenciatura de Enrique Peña, dos días después, entre las columnas de opinión más leídas, un texto sale a flote: «México: “error de estilo”», de Yuriria Sierra (Excelsior). En él se condena mesuradamente el plagio en general. Sin embargo, la pedrada se dirige con mayor potencia hacia la sociedad: «[…] esto pasa en el país en el que la mayoría de las personas compra piratería y se roba la luz».
«En 1910, 72.3% de la población mexicana era analfabeta. En 2015, según el Inegi, llegamos a 5.5%». Eso, por un lado. Por el otro: «México logró pasar de 2.6 en años de escolaridad en 1960 a 9.1 en 2015». Así comienza, en cierto sentido, la columna de Federico Reyes Heroles (Excelsior). «Se pueden criticar las brutales deficiencias del aparato educativo, de sus burocracias, de la calidad, pero ese esfuerzo nacional es de todos», arguye inmediatamente… «[…] no defender la educación pública sí sería una traición».
Por otro lado, Katia D’Artigues (El Universal) nos recuerda entre varios temas que el 7 de septiembre comienzan los Juegos Paralímpicos y que en su edición pasada, Londres 2012, México consiguió 21 medallas en contraste con las 7 de los atletas sin discapacidad: argumento suficiente para no perdérnoslos de vista.
En Reforma, Roger Bartra aprovecha su columna mensual para proponer una hipótesis e invitar a la lectura de un intelectual contemporáneo. ¿La hipótesis? El fin del sistema autoritario no ha sido un estímulo suficiente para auspiciar el debate y aparentemente la izquierda —que tenía mucha más inclinación por la teoría que la derecha— ha perdido los ánimos polémicos que impulsaban sus debates intelectuales. ¿El intelectual contemporáneo? Norbert Lechner, pensador chileno de origen alemán fallecido en Santiago hace 12 años. Su obra acaba de ser publicada en México gracias a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y el Fondo de Cultura Económica.
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