Bueno para el argüende –por su capacidad de llamar la atención a través de expresiones grandilocuentes o exageradas- el inquilino temporal de Palacio Nacional culpa a los medios de comunicación por la violencia política que se vive en el presente proceso electoral y al pasado por todos los desastres ocasionados durante su gestión.
En vez de seguir el consejo de Fedor Dostoyevski: “para callar hace falta mucho talento”, prefiere seguir con sus embustes; con gracejadas y chismorreos pretende ocultar realidades o defender decisiones que tendrán un elevado costo para las finanzas públicas y para los bolsillos de los mexicanos.
A fuerza de ser sincero, no es mala la idea de que el gobierno adquiera la fábrica de Vitacilina, no tanto porque el ungüento que recomienda a sus detractores por posibles irritaciones, sino debe incluir en el cuadro básico de salud, pues son millones los mexicanos que sufren algo más que raspones y heridas a causa de su fallida y desastrosa administración.
Algunas de las medidas de las cuales nunca se hace ni se hará responsable, es el incremento escandaloso de pobres en nuestro país -10 millones- durante su administración, que ni sus dádivas ni las milagrosas remesas ayudaron a mitigar.
Pero eso sí, Andrés Manuel López Obrador cacarea un incipiente crecimiento económico que, sin embargo, no se ha traducido en nuevas oportunidades de empleo; al contrario, recientes datos del Inegi muestran que el número de desempleados alcanzó, en abril, a 4.7 millones de personas.
Mientras exuda satisfacción por los aumentos al salario mínimo, resulta que cada vez más la pobreza laboral extiende su mancha sobre la clase trabajadora. En otras palabras, el aumento incipiente en las actividades productivas descansa sobre las espaldas de obreros y empleados, por lo que necesitarán cantidades industriales del multicitado ungüento.
Ello ejemplifica que las políticas y acciones tomadas por el titular del ejecutivo federal están propiciando mayor desigualdad, lo cual contradice el discurso de: primero los pobres que, viendo el panorama futuro que les espera, han de decirle al ejecutivo: no me ayudes compadre.
Esta evolución del Producto Interno Bruto y de los ingresos de los trabajadores, son un indicativo de que algo está funcionando mal en la economía mexicana. La única explicación coherente sería que la informalidad cada día gana más terreno, cuando se suponía sería a la inversa.
Y en materia de salud, las cuentas alegres del lopezobradorismo que este jueves expusieron el primer mandatario y el secretario del ramo, Jorge Alcocer, no son para festinar, pues después de dos años, presumen 60 millones de piezas de medicamentos, cuando se requieren poco más de 12 veces esa cantidad.
Luego de casi 30 meses, presumen que los medicamentos “ya están llegando”. Tardanza que en forma alguna justifica los ahorros por más de 11 mil millones de pesos, cuando cientos o miles de mexicanos fallecieron por la falta de medicinas, sobre todo los niños con cáncer o las personas con VIH y otras enfermedades de alto impacto.
El carácter propagandístico y argüendero de las mañaneras, en tiempos de elecciones no suplen la Vitacilina requerida por Morena para llegar a la jornada electoral del 6 de junio con tantos raspones, heridas, manoseos y piel irritada.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
De acuerdo con expertos que participaron en el congreso de México “WindPower 2021”, con la reforma eléctrica propuesta por el actual gobierno –aún en litigio-, nuestro país no sólo perderá competitividad en energías limpias, también empleos e inversiones en el sector, además de incumplir los Acuerdos de París. Pero ya compramos una refinería endeudada.