Como que el presidente Andrés Manuel López Obrador se empieza a hacer a la idea de que es poco probable que alcance la mayoría en la Cámara de Diputados para la LXV Legislatura, por lo cual tratará de defender como gato boca arriba los presupuestos para los siguientes años, a través del derecho de veto que le otorga la Constitución.
Esta declaración del primer mandatario constituye, de facto, la aceptación de que la reedición del modelo echeverrista, 50 años después, si hasta el momento no ha resultado en un fracaso total, es por la aplicación que ha hecho de las reglas neoliberales, en especial la política fiscal y el T-MEC.
Si bien es cierto, como dice el primer mandatario, que no habría ningún problema si la oposición gana la mayoría de la Cámara baja en las elecciones del próximo 6 de junio, pues “no está tan fácil” que le quiten el presupuesto, dado que el ejecutivo tiene la facultad de veto, tampoco puede cantar victoria.
De ganar la oposición la mayoría de las curules y el presidente López Obrador decidiera aplicar el veto, el presupuesto para el próximo año sólo se actualizaría de acuerdo a la inflación. Ello le restaría margen de maniobra y discrecionalidad en su manejo al primer mandatario.
Es decir, estaría imposibilitado de aumentar de manera significativa los recursos para sus obras insignia -aeropuerto de Santa Lucía, Tren Maya y Refinería de Dos Bocas-; recursos que podrían canalizarse a acciones y programas que representen beneficios tangibles para la población.
La terquedad con la que insiste en aplicar políticas que hace medio siglo medio funcionaron, lo que se traduce en no entender que el mundo ha cambiado sustancialmente, ha traído más prejuicios que beneficios.
Si a lo anterior se suma la actuación de la mafia de la ineficiencia, que ha sentado sus reales en la administración pública federal, no debe extrañar que la esperanza se haya vuelto desesperanza.
Salvo los machuchones, que aumentaron su riqueza de manera inversamente proporcional al incremento del número de pobres en México, ningún mexicano puede hablar de que sus condiciones de vida han mejorado con el cuatroteísmo.
Y eso, tiene un costo político, más allá de los indicadores de popularidad.
Más que un mérito de la oposición, la caída en las preferencias electorales que tendría Morena obedece a la mala gestión gubernamental en estos poco más de dos años, donde la incapacidad manifiesta de su gabinete hace hasta la imposible para echar por tierra los proyectos lopezobradorianos.
El desbarajuste es total. Tanto en Morena como en la administración pública federal los yerros y fallas se han vuelto el común denominador, al dejar de lado la institucionalidad y quedar sujetas a la voluntad -caprichos- de un solo hombre dominado por su megalomanía.
Sin duda, una mayoría opositora en la Cámara de Diputados, llevaría implícito el mensaje de que el pretendido modelo transformador, podrá tener derecho de veto, pero no votos.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La Casa Blanca anunció que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador acordó enviar 10 mil soldados a la frontera sur para frenar la migración hacia los Estados Unidos. Lo anterior fue detallado por la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, quien dejó en claro que este acuerdo es resultado de las negociaciones con México, Guatemala y Honduras.