Por ENRIQUE VALADEZ
El olor a bosque de coníferas da la bienvenida a los turistas. Una ligera neblina cubre esta colorida y húmeda tierra en donde rige el frío, pero cobija la calidez de su gente, es el pueblo mágico de Chignahuapan, donde siempre es Navidad.
Ubicado en la Sierra Norte de Puebla, Chignahuapan ofrece desde cascadas, aguas termales, lagunas y barrancas, hasta una bella arquitectura que incluye la Basílica de la Inmaculada Concepción y su enorme figura de la Virgen María -tallada en cedro- así como su gastronomía, festivales y su tradicional fabricación de esferas artesanales.
Y es por esto último que el año pasado el pueblo rompió récord al recibir un millón de visitantes durante la temporada alta -octubre-diciembre- atraídos por los colores y el brillo de las esferas.
Entre las casonas de recios muros y techos de madera y teja se encuentran las fábricas y locales donde se ofrecen millones de esferas navideñas, de todos tamaños y colores, además de otros adornos alusivos a las fiestas decembrinas.
En Chignahuapan hay más de 200 talleres que producen decenas de millones de esferas, y que recién celebró la edición número 24 de la Feria de la Esfera, enmarcada por la colocación de un árbol navideño gigante de 64 metros y una esfera monumental en la plaza principal, donde también se encuentra el Kiosco Mudéjar.
Vidrio soplado
Mientras atiende a una familia que busca esferas con forma de Santa Claus, Lucía Montiel explica que la técnica para elaborar las esferas es la de vidrio soplado, que consiste en moldear el vidrio caliente con ayuda de herramientas especiales, lo cual hace que cada pieza sea única.
“Los tubos de vidrio se calientan con un soplete y cuando están al rojo vivo, los globeadores soplan durante unos 30 segundos, hasta que adquieren el tamaño y grosor que se quiere”.
La herencia artística de este oficio se traspasa de generación en generación en Chignahuapan, lo que ha enriquecido la producción de esferas, tanto en su técnica como en su creatividad, lo que genera cientos de diseños diferentes, como la imaginación lo permita.
Así, entre los diferentes puestos se puede encontrar una inmensa variedad de formas y tamaños, además de precios, “que son muy económicos, yo la verdad vengo desde Querétaro y aprovecho para surtirme”, comenta Margarita Jiménez, quien vende productos alusivos a la Navidad entre sus familiares y conocidos.
Aquí se puede encontrar desde plumas o un par de aretes, la tradicional caja de esfera con nueve piezas de tamaño mini, hasta nacimientos iluminados, o bien figuras alusivas al día de muertos, flores o princesas, todas hechas de vidrio soplado, que se adaptan a la moda de cada año.
Sobresalen también las esferas transparentes que se rellenan con plumas naturales de águila, gavilán, paloma o de cualquier otro tipo de ave, y algunas incluyen deseos, que son letreros con palabras como amistad, amor y paz.
Además, se echa mano de figuras de herrería que permiten formar racimos de esferas, bellotas, uvas y hasta cascadas, mientras que otros emplean ramas de pino, piñas, ixtle, zacate, fibra de maguey y estructuras de madera que se producen en la localidad.
Todo tiene un principio
De acuerdo con la Secretaría de Turismo de Chignahuapan, la elaboración de la esfera de navidad en este pueblo comenzó en 1965 cuando el señor Rafael Méndez, originario de Tlalpujahua, Michoacán, decide instalarse en este municipio.
Comenzó a trabajar con 10 empleados y con el paso del tiempo logró tener hasta 100 trabajadores, quienes posteriormente tendrían sus propios talleres.
Así surgió la primera fábrica de esferas en Puebla, hoy conocida como “Casa Méndez”. Una década después empezó con la coloración de la esfera, siempre plateada.
Actualmente, Chignahuapan cuenta con seis fábricas de esferas debidamente registradas y cerca de 450 talleres en domicilios particulares.
Los artesanos ofertan cajas de esferas que van desde 10 hasta 300 pesos, y al año se producen cerca de 80 millones de cajas de esferas de diferentes tamaños, lo que coloca a este municipio como el productor número uno a nivel nacional.
Y en Chignahuapan siempre es Navidad, porque de enero a julio se venden esferas temáticas, personalizadas, y para eventos sociales, además de decoración para el hogar.
La temporada fuerte empieza en agosto y termina en diciembre con la venta de las esferas navideñas, resalta Lucía Montiel.
Así, todo el año se ven personas caminando por las calles de este pueblo mágico, cargando sus cajas con esferas que llenarán de luz, alegría y tradición, los hogares de México.
Origen
Chignahuapan proviene del náhuatl: chicnahui, que significa nueve; atl, que significa agua; y el sufijo pan, que significa sobre o en; “Sobre las nueve aguas” o “Donde abunda el agua”.
En el siglo VII fue habitado por pueblos totonacas. Durante la Conquista, Hernán Cortés otorgó permiso al jefe chichimeca Chichimecuatehuipil para asentarse en la región. Éste fundó la población de Tetehuitic, “Monte de pirámides”, como sitio de rendición de culto al dios Mixcóatl.
En 1527 es fundada la población de Santiago Chiquinahuitle, “Nueve ojos de agua”. Poco después llegaron misioneros franciscanos y establecieron este lugar como centro de doctrina y evangelización.
En 1874 la población recibió el nombre de Villa de Chignahuapan. En el mes de Febrero del año 2012 se hallaron restos de mamut, en la localidad de Llano-verde Chignahuapan estos restos datan aproximadamente de 12 mil a 15 años.
Como dato curioso aquí nació Gaspar Henaine “Capulina” y existe una estatua en su honor.