En Ensenada, las fiestas de la vendimia se extienden oficialmente del 4 al 22 de agosto; detonador del renacimiento turístico de Baja California, el vino se incorpora gradualmente en el consumo mexicano. Sergio Sarmiento (Reforma) escribe sobre este tema ascendente en la cultura mexicana. No obstante, tiene sus limitaciones. Por ejemplo, sólo 30% del vino que se consume en el país es de origen mexicano y a diferencia de España o Italia, donde el vino recibe subsidios y sólo paga una tasa normal de IVA, en México se le cobra un impuesto especial (IEPS) de 26.5% más el 16% de IVA original, dando una carga fiscal de 46.74%. Las 31 medallas internacionales solamente de 2015 que presentó L.A. Cetto el sábado por la noche no son suficientes para otorgarle al vino un lugar especial.
Alejandro Hope (El Universal), analista en seguridad, versa sobre un tema escabroso: los homicidios a alcaldes. A pesar de la alarmante cifra de los últimos meses (tres presidentes municipales fallecidos), esto no es un fenómeno nuevo: «En la última década, casi 80 alcaldes y ex alcaldes han sido víctimas de homicidio». El analista enuncia y desarrolla tres posibles teorías: la delincuencia organizada se ha hecho más local; en un entorno de alta inseguridad, la violencia política puede hacerse pasar por violencia del crimen organizado, y es relativamente sencillo matar a un alcalde, incluso aunque él mismo denuncie amenazas en su contra, como fue el caso del alcalde de Pungarabato, no se manifestaron esfuerzos por protegerlo.
Héctor Aguilar Camín (Milenio) critica severamente el «grado cero» de gobierno por el cual fluye el estado mexicano. Una hipótesis como estocada final, «[…] creo que la democracia ha reducido el grado de gobierno en México», condensa en cuestión de pocas letras una realidad que se ha venido cuajando a lo largo de junio y julio. El tema de la Coordinadora continúa dando de qué hablar, al mismo tiempo que empaña la percepción pública. Si el gobierno mexicano no tiene el poder para aplicar la ley, ¿quién sí?
Otra crítica a la ejecución de las herramientas políticas viene por parte de Jesús Silva-Herzog Márquez (Reforma) y apunta a la diana de las encuestas: «Hoy tenemos que reconsiderar la confianza que depositamos en las encuestas; uno de los rasgos de la nueva incertidumbre es que, al parecer, hemos perdido ese dispositivo que nos permitía apreciar con razonable precisión qué quiere la gente». Lo que en un principio llegó para desenmascarar a demagogos e intelectuales que hablaban en nombre del país sin tener idea de qué se opinaba en él, hoy en día ya no da certezas sino, quizá, pretensiones políticas.
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